Y como prometí, sin páginas en blanco, quiero presentaros a esos hijos. Vuestros, míos y de todos, que nunca soñamos, que nunca deseamos. Esos, nuestros hijos, que en el fondo de nuestro corazón rechazamos, porque no cumplieron nuestras expectativas, o por lo contrario, porque las alcanzaron y las sobrepasaron y ahora se han convertido en nuestros rivales sociales, arrinconándonos y convirtiéndonos en: es el padre de? . Esos que deseamos tener cerca y al mismo tiempo lejos para que no alteren nuestra conformista vejez. Esos por los que hicimos todo de forma interesada, para que nos cuiden en nuestra ancian ...